domingo, 21 de noviembre de 2010

Clic.

Tarde-noche de domingo. Otoño. Afuera, en la calle, podría estar lloviendo. Podría. Al igual que podría llover dentro. O lo está haciendo. He invitado al amigo Peter a pasar una temporada conmigo. Le conocí hace poco y quiero que me cuente cosas, muchas cosas, que me enseñe partituras aunque para leerlas no me acuerde de nada, que me enseñe fotos y postales recopiladas por ahí, en el día a día o en cualquiera de sus viajes. A raíz de dejar Portland para mudarse a Copenhague, me explica que "la parte más difícil tuvo que ver con abandonar a mi gato" y el cual ahora vive con su padre. Y es entonces cuando estalla el clic y atropelladamente, tembloroso, le impido continuar, pidiéndole que si no le importa se acerque al piano y toque alguna canción, la que quiera. O la guitarra. O que cante sin música. Me da igual, sólo quiero escucharle mientras me acuerdo de ella. Y gracias por el pañuelo, amigo Broderick.