jueves, 14 de agosto de 2008

Las crónicas perdidas de Galletania (Episodio I)

114 días. Que se dice rápido y pasan casi más rápido. Y sí, obviamente me refiero a los días que han pasado desde mi última actualización por estos lares. No entraré al trapo, cosa habitual por lo que leo en blogs de diferente pelaje, de que hace mucho que no actualizo (obvio), que tengo esto un poco olvidado (obvio +1) y que debería darle más vida al asunto (obvio+2). Dejémoslo aquí.
El caso es que en estos 114 días han pasado bastantes cosas alrededor del Galletismo. Supongo que es por todos sabidos (al menos por todos los susceptibles de pasar por aquí y leer estas palabras) que la tercera referencia de Galleta por fín vio la luz (concretamente el día 24 de mayo). También dimos algunos paseos por esta España nuestra, pusimos algunos discos y alguna cosita más por ahí perdida en el cajón. Intentaré ponerme más o menos al día de todas estas vivencias, si bien hacer crónicas habiendo pasado algo de tiempo acostumbra a difuminar lo ocurrido. Que salga lo que tenga que salir. Al lío y para adelante.

Micro tour Huesca / Valladolid no-presentación single El Gremio
El fin de semana del 9 al 11 de mayo nos metimos en el C3 de Coch Von Batan, segunda de abordo de la Galleta Army, para corrernos unos cuantos kilómetros por las Españas y presentar un single que por cosas de la vida (y de la fábrica de vinilos, básicamente) todavía no teníamos en nuestro poder.
A los cinco minutos de recoger a Mario aka Dj Code, y ya encaminados en la autopista para recoger a Nerko y Feo1, el fenómeno se da cuenta de que se ha dejado los vinilos que utiliza para los conciertos. De medalla de oro. A ojo de buen cubero perdimos 3 horas entre volver a recogerlos, el tráfico denso, las salidas congestionadas y la lluvia densa. Con los nervios del retraso y el agobio de ciertas responsabilidades, opté por la opción nada recomendable de pisar el acelerador, con la consecuencia de un mega fundido de radar (200 lerelés de sanción, 140 con la rebajita) y un adelantamiento con una previsión un tanto desajustada que hizo que los Gremiales al completo dejasen sus uñas marcadas en la tapiceria del coche. Asumiendo los errores, proclamo en mi defensa que no soy tan mal conductor como querían hacerme creer. Vale, no soy Fernando Alonso (que por otra parte ¿qué persona con dos dedos de frente quiere ser como ese pavo?) pero tampoco exageremos.
Finalmente llegamos al Centro Cultural el Matadero (lugar dónde se iba a llevar a cabo el concierto una hora después), justo para montar los cacharros, montar el lienzo, probar sonido y tomarnos unas chocolatinas y las dos cervecitas que había en el camerino. A la hora programada no había más de 10 personas sentadas (tres de ellas un representin en toda regla de colegas, Jotake, el Cobra y SéTuNombre, venidos desde Barcelona. Unos jefes, vamos). Con un margen de 15/20 minutos para ver si entraba alguna persona más en el teatro (no más de 5, en este caso), empezamos a darle al tema. Por mi parte acompañé al Gremio / Barna Basstars pintando un lienzo mientras ellos iban haciendo sus temas. Sin haber preparado nada creo que la experiéncia fue más que digna. Sé que el resultado final del lienzo no era para tirar cohetes, pero por otra parte pienso que el proceso fue muy rico de cara al público, muy dinámico, pues me basé en dar cancha a escrituras automáticas y abstracciones varias a un ritmo bastante rápido, deconstruyendo continuamente lo que sobre la marcha iba creando. Me hubiese gustado ver alguna muestra de ello pero no hicimos ni fotos ni videos. Solo queda constancia por la foto que salió publicada en la versión digital del Diario del Alto Aragón, acompañando la crítica que realizó Luis Lles, quien también fue el responsable de organizarnos el concierto. La soledad del rapero de fondo, tal y como Luis comenta en dicha crítica, no impidió que el concierto saliera bastante redondo, intercalando temas de El Gremio con temas de Barna Basstars. Al final del concierto nos encontramos con los camerinos inundados por una manguera que había ahí y que misteriosamente se abrió. Por suerte las mochilas con ordenadores y ropa salieron ilesas.

Un servidor en pleno action painting, y El Gremio dándole al tema en el Matadero de Huesca.

Al día siguiente seguimos camino a Valladolid, donde la Turtle Power Crew nos estaba esperando. El concierto pretendía ser una presentación simultánea del número 3 del Pepperoni (fanzine molón que realizan los de la Turtle) y del 7 pulgadas Gremial. Viaje lluvioso, pacto en las sombras para que yo no estuviese al volante y comida sin pena ni gloria en la carretera. Normalidad absoluta.




Llegamos a Pucela con las indiciones de Toño, y le recogemos bajo una lluvia densa para dirigirnos a su casa. Abrazos, chascarrillos y fraternidad. Que a gusto se está bajo techo y con los amigos. Un breve descanso, algo de picoteo y directos para el Café Teatro, lugar dónde se iba a llevar a cabo el concierto y primera parada de la noche. Se trataba de un sala pequeñita situaba en la planta baja del bar, con paredes de piedra bastante. Acogedor podría ser la palabra. La cosa apuntaba que si venía un mínimo de gente la cosa se podía liar, y efectivamente, así fue. El planteamiento del concierto fue prácticamente como el del día anterior, temas de El Gremio intercalados con temas de Barna Basstars, y el desarrollo del concierto fue un continuo crescendo, acabando aquello con los presentes botando y pidiendo bises que se alargaron hasta lo máximo que permitió la sala. Nada más acabar el concierto, las obligaciones me llamaban, poniendo la mesa para ver si se vendían algunos vinilos, a lo que la gente de Urano Players (entre otros lugareños) respondieron con bastante interés, adquiriendo algunos 7 singles de Polen, splits Chavo / Strand y algunos Ep’s de Pulpa (Debilorithmicos, Strand + Tres, Big City Lover, Soylent Green y Rec_Overflow).

Feo1 a punto de despegar.

Del Café Teatro nos dirigimos al Berlanga, con la maletita bien cargada puesto que tanto la Turtle Power Crew como un servidor ibamos a poner música hasta el cierre. Cuando llegamos ya estaban el Niño y K preparando el tinglado, montando las mpc’s y demás cacharrería, para ir aportando ritmos a los temas que el resto iba pinchando. Podría haber molado si se hubiese oido algo, y desgraciadamente, el Berlanga no era el lugar, pues es de aquellos bares que cuando se llena de gente se oye más el murmullo de voces que la música. De mi sesión recuerdo que empecé con un poco de soul remolón, para pasar a soul trotón y de ahí conectar hacía el funky que me llevó a poner un par de temas de garage rock con extra de groove, momento en el que para mi sorpresa un miembro de la Turtle me comenta que no ponga más temas de ese estilo, a lo que evidentemente le contesté algo así que venía a decir “mira, vete a parla, chato”. De ahí creo que volví al funky para acabar poniendo hip hop sin concesiones (Jeru the damaja, A tribe called quest, Guilty Simpson, The Roots,…), momento en el que el mismo miembro de la turtle me comentó de hacer scratches, y yo le dije algo así como “pues tu verás”, y lo que vio fue scratchear tan tranquilamente sobre los temitas que iba poniendo. En realidad la moraleja de todo esto es bien sencilla: niños y niñas, nunca digais a los colegas la música que no tienen que poner (o la que tiene que poner, que tanto monta monta tanto) ni tampoco hagais cosas que no te gusta que hagan cuando uno está pinchando. Para acabar el “Robot Gay” de Los Patéticos de Mierda y después folklore con los amigos, conocidos y farándula local varia, que siempre está bien. Rones cola y cajitas cristianas recordándonos que la juventud anda algo descarriada.

En primer plano el gin tonic de Feo1, Niño y K a los cacharros, un servidor con una mano en el plato y otra en el roncola y Pablo (¿controlando que no se pongan ciertos temitas?).

Definitivamente, siempre es grato salir de tu ciudad, compartir risas y copas con los amigos (siempre nos quedará esto ¿no?) y ver que el humilde trabajo Galletil es bien recibido por terceras personas, por pocas que éstas sean. Anima a seguir pringándose las manos. Y de la paliza del viaje y demás no seré yo quien se queje. En realidad, ojalá hubiese más posibilidades de llevar a cabo fines de semana como el que acabo de narrar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

valladolid es la segunda patria del galletismo, qué cosas. ni aguilar de campo ni leches (bueno, leche con colacao para mojar, no?)